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Librophonia; digital contra papel (en el ring #2)

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Después de dos o tres semanas de escribir sobre lectura digital, comentar sobre algunas aplicaciones, los principales formatos de libros digitales; tras ahondar un poco en la configuración básica de una aplicación para lectura de libros digitales y algunos puntos alrededor del tema, seguimos con los comentarios nostálgicos y un tanto combativos y que de nuevo, dan pie a otra gran polémica en torno a los libros físicos y digitales.

¿Cual es más practico, mas útil, mas versátil?

Nos ponemos los guantes, nuevamente; de un lado, los puristas defienden la belleza, la estética, lo atrayente que puede resultar la visión de un librero bien nutrido y sus posibilidades ampliadas de uso contra los comentarios zumbones de los devotos del lado digital, que prefieren la portabilidad (con todo lo que eso implica) de una enorme biblioteca contenida en una pequeña pieza de silicio, plástico y metal.

Y de ahí partimos, de las “posibilidades” del libro físico contra la portabilidad del libro digital.

Los libros físicos tienen un encanto particular, son visualmente encantadores, para muchos, una grata primera impresión de una casa es un buen librero lleno de ejemplares, mostrando sus lomos multicolores; o algún montoncito sobre la mesa de centro o en repartidos en la mesa, en las sillas, por los muebles de la sala. llegar a una casa y encontrar libros, siempre es una buena forma de conocer a los anfitriones, dicen por ahí. los libros físicos con siempre buenos temas para iniciar una conversación, para establecer algún tipo de lazo con “los de casa”. además de que, un buen libro físico siempre puede ser ubicado y consultado, acudiendo al mueble donde esté alojado. Cambien puede ser presumido, mostrado como un gran hallazgo, como un triunfo del bolsillo personal y como una muestra del-caché-personal del propietario aunque en alguno que otro caso, sea más bien un deposito de polvo.

Un libro digital, por otro lado, ofrece una practicidad diferente y es que es fácilmente transportable; ya sea en la memoria interna de un Ereader o en la tarjeta SD de algún dispositivo móvil, llámese tableta o teléfono inteligente. amén de que puede ser compartido de un dispositivo a otro, copiado, enviado, guardado y hasta escondido en alguna de las nubes online. también puede ser un iniciador de conversaciones, un motivo de presunciones y hasta tema de discusiones. una buena biblioteca digital si bien no ocupa tanto espacio como un librero de madera de dimensiones mas o menos estándar, puede ser mucho más amplia en cuanto a contenidos, pudiendo superar fácilmente a una colección en papel y a veces, con un costo mucho menor si se recurre al muy cultivado arte de la piratería digital.

en ambos casos, los libros pueden ser prestados, compartidos, obsequiados; la diferencia estriba en que los digitales son copias de un original, que casi siempre permanece en el dispositivo del buen samaritano. los libros físicos cuando son prestados, compartidos, obsequiados, cambian de mueble, de casa, de propietario, a menos claro, que el que ejerce esas acciones tenga una caja de cada uno y pueda realizar esas acciones sin dañar su inventario de libros (y su economía personal). Ambos mundos tienen, como hemos ido descubriendo, cierta cuota de razón, ambos bandos tienen motivos para defenderse de la otra parte. al final, como siempre, es cosa de buscarle.

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Librophonia
Dice (el) que hace muchas cosas; algunas se escuchan, otras se leen, otras se ven y hacen ruiditos. Dice que es muchas cosas o poca cosa. Depende.

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