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Librophonia; de como NO AYUDAR a un estudiante para que lea (parte 1)

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Retomamos y concluimos la idea de las semanas anteriores, reiterando que este tema es ampliado y está dedicado para las personas que que en algún momento platicaron, comentaron y aportaron ideas. Es personal, reflexivo y no pretende ser definitivo, tiene seguramente errores de apreciación y sesgos académicos, NO ES parte de los manuales de fomento a la lectura y está sujeto y dispuesto a recibir criticas de los que si le hacen a esas cosas. aclarado lo anterior, una vez más, ahí va la idea ampliada y en este caso siguiendo la linea de la semana anterior.

Planteamos en semanas anteriores ideas básicas; las primeras aproximaciones a la lectura a veces vienen de la familia. también que de la familia puede provenir el rechazo a la lectura. En esta ocasión la reflexión gira en torno a como es que se desanima a alguien para que no lea en entornos escolares y derivado de esto, para que, en general, no quiera leer ni dentro ni fuera de la escuela y de como a veces, el núcleo familiar colabora obstaculizando y a veces reforzando las barreras que se imponen en el ámbito escolar a la formación de futuros lectores.

Seguramente este escenario, igual que los anteriores, suena familiar para muchos, es una película ya vista pues. Comienza cuando al estudiante se le presentan lecturas dentro de su plan escolar. Lectura de comprensión, resumen, ensayo, opinión, composición, mapa mental, cuadro sinoptico, diagrama, cuadro de doble entrada; los productos que se le piden al estudiante derivados de esas lecturas son muchos y muy variados y como se dice coloquialmente ” tienen su talacha”, llevan su cuota de trabajo. Cualquiera que haya pasado por la escuela sabrá hasta donde estas cosas se vuelven una pequeña pesadilla.

Y aquí vamos: le dan al estudiante la tarea de leer un libro y luego le dicen que tiene que entregar un trabajo derivado de la lectura; ya de por si la idea de leer, en etapa escolar puede representar un pequeño gran esfuerzo, luego si se le añade producir un trabajo la cosa se convierte en un suplicio para algunos. Ahí va el estudiante con su libro y se pone a trabajar, a veces son libros mas o menos amistosos; pequeñas ediciones en rustica, rinocerontes, caballeros con armaduras oxidadas, gaviotas que tienen nombres y viven con otras gaviotas con nombres y los productos son sencillos, pequeñas metas de unas páginas por día, resúmenes de unas lineas por semana; en otros casos, es la guerra y la paz, o alguna gran obra de muchas páginas y es un ensayo, una reflexión profundísima con análisis de tres autores al respecto y una postura ontológica-pedagógica-filosófica (agregue palabras apantalladoras que suenen a algo por el estilo). Cualquiera que sea el caso, la lectura requiere una cierta concentración, un pequeño momento de enfoque, un cierto aislamiento, sin caer en cosas místicas o sacrosantas, claro. El estudiante requiere ponerse a trabajar, dicho de otro modo. Pero viene el bullicio del hogar, la música a todo volumen, a veces no hay un espacio destinado para la lectura y si, las burlas, los comentarios sarcásticos en torno al que lee, descalificando la necesidad de leer y situaciones que muchas veces hacen que el estudiante termine por no leer a conciencia o incluso deje de lado la lectura, frustrado, distraído y en ocasiones hasta avergonzado por leer. Sobra decir que el trabajo queda sin hacerse y la lectura sin llevarse a cabo.

El asunto es bien simple, es, como puede verse, una forma bien sencilla de hacer que el estudiante no lea y a la larga deje de hacerlo no solo como parte de su trabajo escolar, sino también como una actividad personal y de entretenimiento. dependiendo del nivel y de la etapa escolar, el hartazgo puede generarse muy suavemente o de manera bastante áspera. Aquí la cosa es buscar en la memoria de cada quien y darse cuenta de que la familia a veces contribuye a volver algo agradable y enriquecedor como lo es una lectura en algo incomodo y lleno de fastidio.

queda la reflexión y la iremos ampliando.

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Librophonia
Dice (el) que hace muchas cosas; algunas se escuchan, otras se leen, otras se ven y hacen ruiditos. Dice que es muchas cosas o poca cosa. Depende.

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