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Librophonia; de como NO AYUDAR a un estudiante para que lea (parte 2)

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Retomamos y concluimos la idea de las semanas anteriores, reiterando que este tema es ampliado y está dedicado para las personas que que en algún momento platicaron, comentaron y aportaron ideas. Es personal, reflexivo y no pretende ser definitivo, tiene seguramente errores de apreciación y sesgos académicos, NO ES parte de los manuales de fomento a la lectura y está sujeto y dispuesto a recibir criticas de los que si le hacen a esas cosas. aclarado lo anterior, una vez más, ahí va la idea ampliada y en este caso siguiendo la linea de la semana anterior.

Planteamos en semanas anteriores ideas básicas; las primeras aproximaciones a la lectura a veces vienen de la familia. también que de la familia puede provenir el rechazo a la lectura. En esta ocasión rematamos la reflexión en torno a como es que se desanima a alguien para que no lea en la escuela y como esto, repercute en que no quiera leer ni dentro ni fuera de la escuela y de como a veces, la propia familia ayuda a reforzar las barreras que se imponen en el ámbito escolar a la formación de futuros lectores.

El escenario es el mismo: al estudiante le dan a leer un libro y luego le piden algún producto derivado de esto; Lectura de comprensión, resumen, ensayo, opinión, composición, mapa mental, cuadro sinóptico, diagrama, cuadro de doble entrada; nombres hay muchos y todos, todos llevan su chambita, ya de por si la idea de leer, en etapa escolar puede ser difícil, luego si además hay que entregar un trabajo la cosa se convierte en una pesadilla para algunos. A veces son libros mas o menos amistosos; ediciones en rustica y pequeñas metas, párrafos o minutos diarios, resumen semanal, en otros casos son monstruos de 600 páginas, ediciones de a 3 columnas con mini letra, versiones “clásicas” y trabajos casi del tamaño de una tesina, ensayos extensos (algunas veces sin explicarles como hacer un ensayo) y cosas igual de tediosas y a veces ni siquiera entendidas completamente por los estudiantes.

La lógica dicta apoyar al estudiante, darle espacio para que lea, en algún momento quizá se podría ayudarle, resolviendo alguna duda, quizá aportando ideas si es que el libro ya ha sido leído por algún miembro de la familia, cosas por el estilo. Hay por ahí versiones condensadas de los clásicos, algunas con comentarios de tipo docente, pequeñas explicaciones por capitulo, glosarios en el caso de versiones antiguas, como el mio Cid. También hay resúmenes escolares, versiones ilustradas o en formato de cómic para los más pequeños; podcast donde se puede escuchar lo que otros han leído y entendido del libro en cuestión, para los más visuales hay infinidad de vídeos donde se comentan libros, prácticamente todas las redes sociales incluyen una legión de lectores que se dedican a compartir sus impresiones, sus ideas sobre los libros; en casi toda ciudad hay una librería donde se consiguen libros condensados o resumidos o en su defecto es relativamente sencillo encontrar resúmenes en linea de la mayoría de los libros; la lógica, decíamos, dicta ayudar al estudiante. la realidad casi siempre juega en el sentido inverso; no se le dan condiciones para leer, ni espacios, ni tiempos dedicables a la abstracción, a la concentración. Si le dan un libro TIENE QUE LEER EL LIBRO COMO TAL, no importando su tamaño o su complejidad, no hay atajos, no hay desvíos y además “es tu tarea” (osea que es asunto del estudiante solamente), no hay explicaciones ni ayudas “que para eso está tu profe”. Al final, ya sabemos, el estudiante o se enfrenta al dinosaurio o abandona la lectura, hastiado, frustrado y en un futuro casi seguramente no leerá.

Maneras para desanimar a un estudiante para que no lea, primero las cosas de la escuela y luego, como consecuencia, no quiera leer por sí solo hay muchas, cerramos el tema proponiendo en su lugar, formas de ayudar al estudiante a leer y a apreciar las lecturas escolares, aportándole recursos y formas mediante las cuales esas tareas tediosas puedan convertirse en algo disfrutable, de ese disfrute seguro nacerá y crecerá un lector autónomo y que disfruta sus propios libros, fuera de las aulas. no es complicado, es relativamente fácil, la cosa, como siempre, es buscarle.

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Librophonia
Dice (el) que hace muchas cosas; algunas se escuchan, otras se leen, otras se ven y hacen ruiditos. Dice que es muchas cosas o poca cosa. Depende.

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