Decíamos, en semanas anteriores que cuando se trata de leer, encontramos todo un mundo de curiosidades; gadgets, inciensos, grupos de acompañamiento, vestimentas, tipos de iluminación, métodos de respiración, podcasts, apps que leen por ti, costumbres, rituales, posturas, horarios, soundtracks, snacks, espacios favoritos y una lista enorme de cosas que van de lo sublime a lo extraño. esta semana habrá que ser un poco honestos y aceptar que todos tenemos vicios y mañas y costumbres raritas a la hora de leer.
Este tema en particular tiene varios puntos de acceso y muchísima tela de donde cortar, porque así como el universo de lecturas es gigantesco y los lectores vienen en todo tipo de presentaciones, así tambien viene aparejada toda una constelación de cosas peculiares que son parte de las formas en que estos y aquellas son abordados y acompañados. Cada lector es particular y sus circunstancias lo son aún mas; hemos hablado yá de comida, de lugares, de momentos, de varios aspectos en los que los lectores dejan constancia de su individualidad y de temas derivados de todo esto.
Podríamos comenzar por el mas común de los vicios de los lectores al tiempo que quizá el que todos o casi todos tratan de ocultar o de negar y es el de saltar de lectura a lectura y con esto, de libro en libro. Vicio que incluso tiene su propio termino en algunos idiomas, uno de los más extendidos últimamente es “Tsundoku” que que proviene de la unión de los términos tsunde oku: empacar cosas listas y dejarlas para más tarde, y dokusho: lectura de libros. Este termino podría ser mas acertado para referirse a la acumulación de libros en un librero, en un estante, no siempre para ser leídos, sino para un asunto más de placer visual, aunque el termino también se emplea para referirse a acumular lecturas y a adquirir mas libros e ir abandonando una lectura en pos de una nueva y así, sucesivamente.
Todos los lectores, han tenido o incluso todos tienen dispersos por su casa, por su sala de lectura, una serie de libros a los que han ido abandonando o dejando “para más adelante”, siempre con una promesa vaga de retomar esa lectura en particular “en cuanto termine este capitulo de este otro libro” y pasan capítulos y llegan nuevos libros y a veces, meses y ese libro no se retoma. Confieso, yo, el que escribe, que he tenido esa situación en mi historia como lector, a veces por apatía, por aburrimiento o a veces por exceso de trabajo y si, también por la tentación de un nuevo volumen al alcance de la mano.
Hay que reconocer que en ocasiones, estos abandonos que pueden sonar ruines son motivados por dudas que surgen de temas mencionados en la lectura original, de modo que se abandona el libro para leer sobre ese tema y de ese tema surgen nuevas curiosidades y va uno saltando del Quijote a las novelas de caballería y luego a los estudios de equipamiento militar y luego se pasa a Ivanhoe y luego a novelas de esos tiempos y por alguna cosa extraña puede terminarse leyendo los comics del gran Uderzo y morir de risa mientras presencia uno las peleas de dos galos peculiares contra una legión romana y todo esto antes de retomar la historia de don Alonso Quijano, como un ejemplo del abandono y el desorden en que se puede incurrir.
Se pueden mencionar más ejemplos, como cuando se comienza con ciencia ficción pura y luego se encuentra a la space opera y se salta de cronicas marcianas a las aventuras del señor Vorkosigan y luego por alguna conexión extraña termina metiéndose de cabeza con el cyberpunk y se pasa de los cánones a descubrir el cyperpunk mexicano y aparece el cristorecepcionismo y los hackers con puñales de obsidiana o se descubre un México habitado por animales antropomorfizados y nahuales y bombas atómicas.
Y le puede uno seguir, porque este tema da, como se dijo al principio, para mucho más, pero sirva este pequeño ejemplo para hablar de los vicios que tiene uno como lector. Que no son malos, que no son negativos ni estamos para reprobarlos. la cosa es buscarle y disfrutar (aunque sea brincando de texto en texto) de la lectura.
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