By 
Cuando se trata de leer, encontramos todo un mundo de curiosidades; costumbres, rituales, posturas, horarios, acompañamientos, snacks, espacios favoritos, vestimentas, tipos de iluminación, métodos de respiración, gadgets, inciensos, grupos de acompañamiento, podcasts, apps que leen por ti y una lista enorme de cosas que van de lo sublime a lo extraño. Poco a poco iremos navegando entre este particular mar de temas en torno a la lectura.
Muchos lectores coinciden en señalar que lo primero es elegir el momento perfecto para tomar el libro o abrir la aplicación o encender el lector digital. Ese momento tiene una serie de condiciones establecidas por cada persona, un checklist adaptado a cada quien, variable y completamente particular. nadie elige el mismo momento que los demás y eso, es lo que vuelve especial el momento de leer.
Hay quien prefiere las primeras horas del día, incluso le roba minutos al sueño, se despierta temprano y acompaña su lectura con el primer café del día, disfrutando el silencio del amanecer y la calma de su casa mientras recorre linea tras linea, avanzando paginas. Algún otro prefiere los tiempos muertos en el día; almuerzo, comida o crea espacios en su rutina diaria, haciendo pausas en dichos momentos para avanzar en su lectura. Los que conducen aprovechan el tráfico con sus embotellamientos para escuchar audiolibros, podcasts, hay aplicaciones especificas de donde se pueden encontrar libros en formatos de audio, con voces humanas o mecanizadas, hay series completas por autores incluso. los que utilizan las redes de transporte público aprovechan los tiempos de traslado para enfrascarse en su lectura, estos adquieren cualidades un poco circenses, un poco de superhéroe para poder leer mientras el autobús se mueve de un lado a otro, frena, acelera, esquiva otros vehículos, sube pasajeros, baja otros tantos; para el observador casual es toda una curiosidad ver como en medio de todo el trajín no sueltan el libro o el dispositivo no resbala de sus manos, este grupo dicen por ahí, es uno de los mayoritarios. Otros más dedican algunos momentos de la tarde para enfrascarse en su lectura particular, como una forma de despejar la mente del trajinar diario al tiempo que se proporcionan a si mismos un relax para la mente y el espíritu. Un cierto grupo destina momentos antes de dormir para disfrutar su lectura favorita enfundado en ropa de dormir, con pantunflas, en calcetines o descalzo; recostado de alguna forma particular, acurrucado en un sillón, en un sofá, hay quien atribuye a la lectura nocturna ciertas capacidades narcóticas o relajantes que contribuyen a un mejor descanso. Algunos otros se ofenden de este tipo de consideraciones, mientras que hay quien acumula libros o tiene cables o docks de carga para la tableta o el teléfono o el lector digital, junto a su cama, en la mesita de noche precisamente con esos fines. El otro grupo, que parece tener una población flotante enorme es el que prefiere la tranquilidad y el silencio de la noche, cuando todos duermen, cuando la ciudad se detiene para disfrutar de su lectura, le roban horas al descanso para leer, llegando a amanecer inmersos en las letras. El otro gran grupo nocturno es el de los insomnes literarios, que siempre tienen un libro dispuesto para cuando el sueño escapa y no se puede dormir, aprovechan el tiempo para leer, prenden su dispositivo y se distraen, disfrutan de su lectura preferida mientras esperan a que vuelva el sueño, lo que a en ocasiones no ocurre, amanece y la lectura sigue y sigue.
En cada caso todos declaran disfrutar de la lectura, cada quien defiende su elección del momento del día para leer y eso es lo ´maravilloso de este mundo, libros hay, espacios en el día hay, dispositivos, recursos, la cosa, como siempre, es buscarle.
Comments