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Librophonia; el soundtrack perfecto para leer, parte 2

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Decíamos, en semanas anteriores que cuando se trata de leer, encontramos todo un mundo de curiosidades; gadgets, inciensos, grupos de acompañamiento, podcasts, apps que leen por ti, costumbres, rituales, posturas, horarios, acompañamientos, snacks, espacios favoritos, vestimentas, tipos de iluminación, métodos de respiración, y una lista enorme de cosas que van de lo sublime a lo extraño. esta semana ahondamos un poquito más en torno al tema.

Decíamos, que la selección para fondear, ambientar, adornar o como se le quiera llamar, ese momento intimo que es la lectura es tan amplia como el catalogo musical de la humanidad. Desde cosas suavecitas y relajadas hasta autenticas cacofonías, muros de sonido, brutalidad sonora total. Todos los que leen habrán tenido conocimiento de alguien que no se concentra si el sonido a su alrededor es mayor a una brisa ligera, algún otro habrá levantado la ceja al observar a alguien leer tranquilamente mientras Pantera o Slipknot atronaba en la habitación. le podríamos seguir y redondear el texto de la semana pasada exponiendo casos como el de las colecciones que surgieron en la primera década de este siglo para complementar una gama completa de actividades; dormir, leer, estudiar, escribir, comer, meditar y varias actividades más, hubo colecciones de este tipo para adultos, para jóvenes, para niños y si, para bebés y para gestación. Luego surgieron imitaciones ya muy muy forzadas, que se notaban como mero esfuerzo mercadológico ya que de plano metían en el mismo costal al flamenco, al jazz, a ciertos tipos de electrónica ligera como el chillout, todo alentado y con volúmenes intencionadamente bajos supuestamente creados “especialmente” para generar ambientes propicios para ciertas actividades entre ellas la lectura.

Seguro que cualquiera que tenga mas de 30 años recordará que las librerías (póngale cada quien el nombre que quiera, era casi un patrón establecido en todos lados) tenían siempre una selección de discos de estos tipos en algún rincón de sus locales de venta mientras un discretísimo sistema de sonido dejaba escuchar la música recomendada para leer, era costumbre ir por un libro y salir además con un CD “recomendado” por los vendedores; incluso las ferias del libro tenían su infaltable sección de discos quemados, piratas y originales; bossa nova, mas jazz, mucho lounge, mucho chillout, flamenco “contemporáneo”, por supuesto Trova y una curiosa derivación de la música andina, que también fue impulsada como fondeo ideal de la lectura. luego vendría el Internet y el auge de los reproductores portátiles y luego los dispositivos digitales y todo cambió y se amplió y regresamos al punto de partida de estos dos últimos textos; cada lector puede, en estos tiempos híbridos, hacer su particular selección.

En el texto anterior hablamos de ciertos estilos electrónicos que surgieron y fueron adoptados por los lectores de todo el mundo como herramientas de apoyo para los momentos de lectura, también de otros géneros que nada tenían que ver con la abstracción y la concentración pero que fueron y siguen siendo recomendados como muy adecuados para leer; en todos esos casos basta entrar a Youtube o a las apps de música que sean y encontrar playlists enteras en torno al tema será cosa de unos pocos segundos. al final, siempre volveremos al punto, todo es una elección privada, personal y todo, es cosa de buscarle.

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Librophonia
Dice (el) que hace muchas cosas; algunas se escuchan, otras se leen, otras se ven y hacen ruiditos. Dice que es muchas cosas o poca cosa. Depende.

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