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Librophonia; intercambiando, compartiendo.

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En algún momento, todo lector llega al punto de la monotonía, del hartazgo. O bien ya se ha leído todos los libros de su estante o los que tiene pendientes no son demasiado atractivos para iniciar una nueva lectura, de tal modo que pasa frente a ellos como si no estuvieran ahí y el polvillo comienza a hacer su campamento en torno a esos abandonados y vilipendiados ejemplares; una situación similar llega a darse en términos digitales, y el scroll, el deslizar despectivo por el listado de archivos digitales disponibles en el dispositivo es muy similar a pasar frente al librero. Están pero no están. El Lector no tiene interés en leer lo que tiene disponible, no en ese momento, quizá después, en alguna otra ocasión retomará esos libros y esos archivos y se abstraerá en ellos y los disfrutará y pasará buenos momentos, pero en medio de el hartazgo no lo hará. No tiene sentido negar que esas pequeñas crisis surgen y aquejan a todo lector, en menor o mayor intensidad. Algunas generar cortos periodos de abstinencia lectora, de apatía por los libros. Otras mas severas causan bloqueos completos de interés por la lectura.

¿Qué puede hacerse en estos casos? No hay una receta de curación como tal, para la rutina, no para la monotonía. Se puede implementar una serie de pequeños esfuerzos encaminados a reactivar el interés por los libros, pequeños ceremoniales destinados a reponer la atención en la lectura: Se puede comenzar leyendo pequeños párrafos por día, buscando lecturas en audio en redes sociales, revisando lecturas en video en sitios de ese tipo y visitando sitios de reseñas y recomendaciones de libros, todo esto como pequeñas reaproximaciones a la lectura. De pronto, la llamita lectora se encenderá de nueva cuenta y el viejo habito y el amor lector reaparecerán. De ninguna forma trate de forzar el retorno a la lectura como una obligación, porque inconscientemente generará aún mayor rechazo.

En caso de que su periodo de monotonía y aburrimiento sea corto y retome el animo por leer, puede echar a andar una estrategia de prevención acudiendo a los amigos lectores y proponiéndoles el establecer un banco de libros en común o un circuito de préstamo de libros, de tal modo que en cuanto alguno de los participantes exprese estar entrando en un periodo como el ya descrito, algún otro de los asiduos pueda ofrecer uno o varios libros para solventar la situación y detener el momento de monotonía. Esto mismo puede llevarse a cabo en su versión digital, estableciendo una carpeta compartida en alguna de las nubes de almacenamiento disponibles; compartiendo el acceso a los amigos lectores e invitando a todos para que suban en ese sitio algunos libros en versión epub o pdf o alguno de esos formatos y todos los demás invitados puedan descargarlos a su propio dispositivo. Puede asimismo incentivar la creación de pequeños videos o archivos de audio en los que se comparta de viva voz o imagen la impresión personal de los libros compartidos.

La idea central es evitar el aburrimiento lector, fomentando de paso la creación de pequeños circulos de colaboracion y apoyo entre lectores afines y haciendo, como dice un cierto juglar, comunidad.

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Dice (el) que hace muchas cosas; algunas se escuchan, otras se leen, otras se ven y hacen ruiditos. Dice que es muchas cosas o poca cosa. Depende.

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