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El Internet y la mensajería instantánea son parte de la vida cotidiana de una gran parte de la población, muchas cosas han sido influidas, modificadas y beneficiadas por eso, incluido la literatura y con ello también los lectores. En las redes sociales se hace, se habla y se escribe sobre libros. En estos mundos ha surgido una forma de literatura que se adapta a las limitaciones de caracteres, de numero de letras, que imponen algunos sistemas de posteo digital.
El fenómeno se conoce como nano-literatura o twitteratura (cuando se desarrolla en twitter) y es la versión online del cuento corto y el micro cuento y es utilizada, igual que en estos dos, para condensar ideas y para transmitir en unas pocas palabras, en esta caso en 240 caracteres, toda una pieza literaria. Es una alternativa muy explorable para leer en este mundo tan acelerado y tan inmerso en la virtualidad en el que nos desenvolvemos.
Cualquier lector ha escuchado acerca del cuento corto y el micro cuento y recordarán, casi de inmediato aquel del dinosaurio, de Augusto Monterroso como una de las máximas expresiones en español de estos. Hubo otros grandes escritores que incursionaron en esta forma de escribir dejando joyas de la brevedad literaria, de la narración en una sola línea, nombres como Hemingway, Bioy Casares, Arreola y Cortázar entre otros a quienes podríamos considerar los antecedentes del ahora también llamado nano cuento; hay quien dice que yendo más atrás se puede rastrear a otro abuelo de este género hiperbreve, el Haiku, que es una forma de poesía tradicional japonesa que no llega ni a los 50 caracteres, de este género puede leerse a Efrén Rebolledo, José Juan Tablada y hasta Octavio Paz.
No hay forma clara de rastrear al primero que exploró los caminos de la nano-literatura en línea pero muchos coinciden en señalar al estadounidense Matt Stewart que en 2009 publicó en twitter su libro “La revolución francesa”, entre otras cosa porque que no conseguía editor y que publicó diariamente hasta poner su obra online con 3.700 tweets. Este Ejemplo se extendió por todo el mundo. En 2010 El escritor catalán Jordi Cervera publicó en twitter su novela “Serial Chicken” sobre una gallina asesina, una novela negra policiaca. Alexander Aciman y Emmet Rensin, publicaron en una serie de resúmenes bastante llenos de humor, 20 grandes obras de la literatura universal en 20 tweets cada una. En México Tenemos a Alberto Chimal y José Luís Zarate entre otros, que llevan años explorando las posibilidades creativas de esta expresión literaria, de ellos, Zarate, publica diariamente una pequeña ficción literaria, creando muy a menudo pequeñas grandes joyas de la Twitteratura.
Surgió el Instituto de Twitteratura Comparada en Francia, que es el medio de difusión de los trabajos de diferentes autores del genero y que investiga seriamente las aplicaciones educativas de esta expresión literaria; también está el Film Festival 140 Caracteres, en Colombia, que es un festival global de cortometrajes con dos normas: que la historia se inspirara en un tweet y que no sobrepasara los 140 segundos. Otra es el Twitter Fiction Festival y otras expresiones globales que buscan demostrar las posibilidades creativas derivadas de la nano-literatura.
Todo esto ha impulsado claramente las posibilidades literarias de esta expresión que son potenciadas por la viralidad de las redes sociales y la interacción casi inmediata con los lectores. Hay toda una serie de reglas y consideraciones estéticas y técnicas en torno a esta nueva forma de literatura pero quizá la más acertada (y resumida) sea la del escritor Isaí Moreno quien dice que el principal desafío que implica escribir en tan pocos caracteres es revisar una y otra vez eso que has escrito para que sea preciso y puntual, es como un misil: “Debe llevar potencia y puntería”. Esto nos demuestra que las opciones para seguir leyendo siguen creciendo, las formas en que puede disfrutarse de la lectura son muy diversas y como siempre, la cosa es buscarle.
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