De vez en cuando mencionamos temas y tópicos anteriormente tratados pero que van retomando fuerza o relevancia conforme avanza la vida. Dentro de estos reciclajes sale a tono el de esta semana, los libros que siempre fueron motivo de anhelo, los títulos que desde que salieron a la venta en el mercado editorial se fueron a la Wishlist personal, esos libros “malditos y siempre deseados”. Para todo lector empedernido siempre hay un libro que adquiere esta categoría y que por una o por otra razón no logran ser comprados y en ocasiones ni siquiera conseguidos en formato PDF o en pero que un día cualquier, sin buscarlo ni desearlo aparece.
Ese, es un hallazgo feliz y cuando pasa, es un evento raro, pero muy grato.
Estos encuentros del santa grial particular de cada lector pueden ocurrir en un mercado de pulgas, en una montonera lastimosa de libros húmedos y maltratados en un bazar de esos destartalados, en medio de autopartes y ropa vieja, de esa que ahora llaman “vintage”, a veces escondidos entre hileras de viejos discos de vinil o en cajas de cartón de esas que no inspiran demasiada confianza o que están rebosantes de viejos números de revistas amarillentas o de tomos ajados de enciclopedias o libros escolares de papel revolución. A veces aparecen en medio de góndolas de descuento extremo, a precios de remate máximo, entre los libros de 2×1 o como parte de los montones a precio de un cigarro suelto. En ocasiones las mesas de libros viejos en los bazares esconden tamañas sorpresas que el lector promedio o el visitante ocasional no puede creer y es que, por lo general esos rincones, esos sitios en el bazar, esas montoneras casi de desecho, esa sección del remate del remate, casi siempre son ignorados, despreciados y dejados de lado.
Aparecen entre esos despojos de libro, entre los tomos incompletos del “nuevo tesoro de la juventud” o debajo de una copia amarillenta de la biografía de Arturo Carrillo Gastaldi, procer veracruzano de la docencia, entre discos de la banda macho (una agrupación de la década del 70 en el siglo XX que hacía covers de pop y rock gabacho con todo y traducción de las letras) o entre misales del año 2003: una copia de “al pie de la letra”, poemario de Rosario Castellanos, o la oveja negra de Tito Monterroso, incluso puede ser, como alguna vez lo comentó Max Ramos, el dueño de la mítica librería El burro Culto, que aparezca una primera edición de una novela de Paz o de García Márquez autografiada y dedicada. Mas contemporáneo puede ser una novela de Murakami o Svetlana Aleksiévich o un libro de Grass. Una de esas novelas que tuvieron su momento de gloria cuando salió una película inspirada o basada en ellos; una de esas trilogías que costaba como un teléfono inteligente de gama baja o media, Uno de esos Best Sellers que fueron recomendados por todo mundo y por todas las voces “que saben” y que en su momento fueron demasiado caros, acaso sobrevalorados o que simplemente la moda que los puso en el escaparate los hizo inalcanzables para el bolsillo. El que esto escribe puede dar fe de tomos de esas famosas sagas de adolescentes que cuando surgieron costaban 300 o hasta 400 pesos mexicanos y que es posible encontrar en 50 pesos, en condiciones maltratadas o entre montones de libros escolares a veces hasta a 20 pesos. Libros de esa oleada zombie que empezó por ahí del 2012 y que trajo consigo ediciones de Dolmen y otras editoriales españolas a precios muy inflados pero que cuando se desinfló el genero fueron apareciendo primero en las ferias de libro como remates hasta en paquetes de 5×2 y al final pueden aparecer hasta en las montoneras de viejo a 20 o 30 pesitos.
Entre esos hallazgos felices puede ser que aparezca una versión de Visiones Periféricas, una antología de la ciencia ficción mexicana a precio de una cajetilla de cigarros o una primera edición de la Primera Calle de la Soledad, la primera novela cyberpunk mexicana, en edición de Tierra Adentro 1993 . Una versión de Xanto, novelucha libre en edición de Planeta 1994 o una edición universitaria de Rashomon, de Akutagawa en humilde papel revolución. Andan por ahí copias de la edición del Complot Mongol, de lecturas mexicanas Sep, perdidas entre libros y polvo.
pero estos, son algunos de los hallazgos felices del que esto escribe, que siempre busca y guarda la esperanza de que aparezcan más. ¿Y usted, querido lector? ¿Cuáles serían sus hallazgos felices en una librería cualquiera? ¿Cuál sería ese libro que alegraría su librería y que cumpliría su sueño de lector?
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