Cuando vamos a un sitio de libros usados, en la ciudad que sea, casi siempre el patrón es el mismo; montoncitos de libros, revisteros, libreros, bateas, torres apiladas o cajas en el suelo, alguna vez hubo un lugar que tenía huacales. En las carpas que se arman en los parques públicos a veces son simples lonas en el piso. El caos impera, un desorden que tiene un orden para el cerbero que dirige el lugar y un mapa, que es ya de uso y conocimiento de los parroquianos habituales y que para todo visitante desprevenido y primerizo puede ser motivo de un colapso nervioso y origen de un desanimo para buscar algún material de interés.
Si eres de los habituales, seguro sabrás cual librero es el de las novedades, el de los libros esotéricos, cual el de los clásicos, cual tiene textos de interés general, cual es la zona de botadero, cual es el área de los libros extraños (como puede serlo un manual de fitotecnia aplicada a las condiciones tropicales o un estudio del sincretismo en la región de los chamulas orientado al uso de la coca cola en las ceremonias religiosas), en que zona están los libros mojados o demasiado maltratados y cual es el área de los libros de a diez pesos. También es seguro que reconocerás el rincón de las enciclopedias, el de los libros condensados, la casi infaltable sección de revistas (con todo y sus numeros de interviú y de otras publicaciones “picantes”) y hasta la zona de libros infantiles y de textos escolares.
Por el contrario, si eres visitante primerizo y decides meterte sin consultar al encargado del garito en cuestión; seguro te verás en apuros, al menos de primera instancia; todos los montones se parecen, no hay isbn, no hay (en apariencia) una clasificación por temas o por disciplinas; junto a Cervantes podrá encontrarse a Verne o Asimov o en un inocente montoncito de novelas de aventuras aparecerá un “manual de procesador de textos” del año 93 con todo y las últimas novedades de la IBM que ofrece 200 200 MHz!!!. En el otro pasillo en lo que aparenta ser un área de novelas recientes podrás encontrar algunas no tan recientes o en esa mesa del fondo que parece llena de revistas políticas a lo mejor se encuentra algún álbum de estampitas del mundial del 92, o en esa caja de cartón de ese rincón que tiene libritos de bolsillo encima quizá estén los éxitos de Ray Connif en edición doble. Todo puede ser.
Y si, todo puede ser; en ambos casos, la primera y más adecuada cosa que puede (y debe) hacerse es preguntar. El encargado del lugar a menudo es un apasionado de los libros, un coleccionista entusiasta y un clasificador levemente irresponsable, pero que prodigiosamente sabe cuantas ediciones tiene de un libro en especifico y en que parte de todo el lugar está cada una de ellas, incluso ofrecerá opiniones respecto a la edición en pasta dura o en rústico o sabrá cual de todas tiene rayones y defectos de impresión. De modo que, después de una consulta y una orientación a veces de buen humor o a veces en medio de bufidos de hastío, seguro sabrá donde está lo que buscas.
Libros de autor? seguro habrá, mezclados entre best-sellers de temporada en versión pirata descartados tras ser leídos por algún lector de ocasión; Clásicos en versiones económicas o en ediciones de SepSetentas o en versión de pasta blanda de FCE ajados y a punto del deshojado criminal compartiendo polvo con novelas de ciencia ficción de Brugera o revistas pulp de Marcial La fuente Estefanía (de vaqueros pues) ; podría ser que te encuentres una versión maltratada de algún éxito muy reciente en medio de un montón de libritos para colorear o algún texto interesante en medio de un grupo de revistas de futbol. A veces hay versiones baratas de libros famosos; la zaga del Señor de los Anillos en edición de lujo (piratona del Edomex) baratisima o la trilogía del señor Grey a precio de remate (alguna vez la ví en 100 pesos, los tres librotes juntos). Los grandes latinoamericanos están por ahí también, casi siempre hay alguna versión de Rayuela, alguno de los de García Márquez, siempre los de Paz, también algunos de Poniatowska; si le buscas alguno de Asimov seguro está, escarbando en cerros de novelas de Corín Tellado puede aparecer William Gibson o Phillip K. Dick, en medio de toda una colección de Barco de Vapor, Murakami, también algunos europeos junto a estudios sobre Lemuria o Mú, sudamericanos escondidos entre libros sobre cultivo del gusano de seda editados por alguna universidad; de Coehlo, tambien de Carlos Cuauhtemoc; de Poe y de Lovecraft. los infaltables, como siempre y casi siempre al frente, en la entrada, son los de 10 o 20 pesos. De Edimusa.
Hay más, rebuscando, estornudando, respirando polvo, es posible encontrar joyas, libros exóticos, la cosa, como siempre, es buscarle y disfrutarlo, buscar un libro en los bazares es un placer, encontrarlo es como un triunfo y llevárselo a casa para leerlo es un gustazo.
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