De Transmetal al rock urbano y ser feliz con poco

Ayer escuchaba el “México Bárbaro” de Transmetal y tuve una regresión de mi vida a cuando apenas alcanzaba la mayoría de edad. Esa época en que la música era descubierta en la radio, de mano en mano y en casos más cómodos viendo MTV.

Porque aunque usted no lo crea una banda como Transmetal sí tuvo difusión por este canal. El señor Alberto Pimentel sí fue de los primeros en alcanzar cierta fama tocando música pesada en la república mexicana. Te lo cuenta alguien que vivía en un pueblo de provincia al sur del país y recuerda a colores y en 4k haber visto playeras y logos de Transmetal portadas por esos jóvenes a los que se mal nombraría “chavos banda”. Esos pinches medios de comunicación y sus etiquetas pues…

Transmetal, sin querer formó parte de la escena de rock urbano compuesta por grupos como Heavy Nopal, Haragán y Compañía, Tex Tex, Isis, Garrobos y un chingo más. Grupos que compartían público, pero no sonido.

El rock urbano es la música del barrio que sí funcionó como un periódico que se encargó de documentar la narrativa del día a día de los habitantes de las colonias pobres en las grandes ciudades. Abarcando temas como la delincuencia, el desempleo, alcoholismo, corrupción, desamor y ese contraste de vivir en un espacio diminuto de una enorme unidad habitacional junto a un arroyo de aguas negras de un lado y una plaza “fufurufa” del otro.

Para mi el rock urbano fue, es y será la vertiente musical en México con la fuente más cruda de información que retrata de manera directa lo que está pasando con los que tienen más carencias. Siempre tachada de música de pobres, nacos y drogadictos. Toquines semanales o quincenales que no necesitan al gran estelar para convocar a la banda. La playera negra de tu grupo favorito, un pantalón de mezclilla y tenis botas de fayuca son suficientes para asistir comodamente a convivir con gente que tiene tus mismos gustos.

El rock urbano no se ha ido, dicen que está ahí desde los ochentas. Yo tuve contacto directo con él a principios del año dos mil y debo decir que asisitir a uno de estos toquines es como viajar en el tiempo. Meterse a la película y vivirla. Ninguna otra escena y ningún otro movimiento contracultural se me ha hecho tan honesto. La gente en verdad va desahogarse por tener un trabajo de mierda en la maquila, por ser obrero de la armadora de autos 24 x 24, incluso los que trabajan en oficina ese día se toman su tiempo para peinarse con su mejor cresta. Musicalmente estas bandas tiene muchos puntos débiles, sin embargo gozan de una credibilidad que ya quisieran otros géneros “urbanos”… me gusta pensar que sus seguidores lo entendieron por completo: hay que ser feliz con poco.