El día de ayer, 5 de marzo, Puebla recibió la mirada y la empatía de todo un país que está cansado de la violencia, que ve como estudiantes sin deberla ni temerla son asesinados por arrebatos de ira con toda la impunidad que caracteriza a México.
Y es que uno de los principales problemas que aquejan a este país desde tiempos de la conquista es la división, un pueblo desunido y falto de empatía, donde cada quien ve para su santo sin importarle lo que le pase al de junto: me paso el alto porque llevo prisa, me meto en las filas porque “soy más vivo” , “el que agandalla no batalla” y así la lista puede seguir indefinidamente.
Pero ayer todos los estudiantes, alrededor de 170 mil, lograron lo que pocos con la megamarcha: unión, un solo grito de paz, y no solo con palabras sino con hechos, es decir, sin disturbios, sin pintas, con consignas si, pero sin violentar, incluso recogiendo la basura que dejaban a su paso.
Que quede esto como un ejemplo de lo que podemos hacer cuando todos jalamos hacia una misma dirección, generamos empatía y respeto. Estos estudiantes ya lograron que un país simpatice con su movimiento, y eso, ya es un triunfo.
¿Que más se va a lograr?, el tiempo lo dirá, pero jóvenes, no se rindan, estamos con ustedes, porque si Puebla quiere cambiar, yo quiero cambiar.
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